Óscar Mora

Entrevista a Begoña Oro

Begoña Oro es autora, traductora, consultora editorial pero, sobre todo, lectora. Sus dos últimos libros son “Pomelo y limón” y “Croquetas y wasaps”. En septiembre aparecerá “Buenas noches, Miami”, novela ganadora del X Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes, una autoficción que habla  “de la vida, el miedo, las ilusiones, la lengua, de crecer, de envejecer y de querer ser feliz”. Mantiene un estrecho contacto con los lectores a través de su blog en www.begonaoro.es y en su cuenta de twitter @granduquesa.

“Buenas noches. Miami nace, como todo lo que importa, de la infancia”

 

 Empecemos por lo importante. ¿Qué vamos a hacer ahora sin Ana María Matute?

Los escritores no se te van hasta que no has leído todo lo que escribieron. Y qué pena llegar a ese momento. Me pasó hace poco con Oscar Wilde. Por suerte, aún no hemos leído todo de Ana María Matute, así que eso es lo que haremos: leer a Ana María Matute.

Y además de leerla incansablemente, ¿qué autores contemporáneos cree que están preparados para tomar el relevo de todos los que se están yendo?

Oiga, ¿por quién me toma? ¿Por la revista Granta? Es que… No sé, es difícil. Creo que hay buenas voces pero unas están secuestradas por la militancia y otras por el ombliguismo. Echo en falta esa libertad nada ensimismada de la Matute. Pero vamos, dicen que Jenn Díaz, ¿no?

Usted mantiene un contacto directo con sus lectores gracias a las redes sociales, y mantiene una actividad intensa a través de twitter y de su blog ¿Qué importancia tiene esa comunicación inmediata con el lector?

Creo que debería dejar de estar en twitter y de escribir en el blog para averiguarlo. Lo he intentado varias veces, pero siempre recaigo. Será que esa comunicación es necesaria. Sin duda más para mí que para mis lectores. Nadie nos echará de menos cuando dejemos tuíter.

Foto: Toni Galán

“Buenas noches, Miami” ha ganado un premio de narrativa de viajes, pero usted insiste en que está más cerca de la autoficción. ¿Cuál es la génesis de esta autoficción, y dónde están marcados los límites?

El libro nace, como todo lo que importa, de la infancia. Cuando era niña, tenía una compañera de colegio que veraneaba en Miami Playa (Tarragona). Yo entonces no sabía que existía un Miami en Tarragona y me imaginaba a mi compañera con Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, los de la serie “Corrupción en Miami” (Florida). Tiro de ese hilo para contar lo que veo en un viaje a Miami (Florida) y también para hablar del miedo a envejecer, de lo auténtico y lo sucedáneo, de las cunetas del éxito y de algunas cosas más. ¿Los límites? En la obra digo que escribo este libro en bikini. Ahí tiene los límites. No le diré que es un tanga pero es un bikini escueto. Enseño hasta las estrías que me dejó la maternidad.

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Contar un viaje es enfocar, es una forma de mirar. Dónde miras, dónde no, cómo cuentas lo que ves… inevitablemente te delata

 

¿Contar un viaje es, acaso, la excusa para contarse uno mismo, para exponerse usando una coartada perfecta?

Sin duda. Contar un viaje es enfocar, es una forma de mirar. Dónde miras, dónde no, cómo cuentas lo que ves… inevitablemente te delata. En este libro enfoco a muchas personas con las que coincidí en Miami, desde los entonces príncipes de Asturias, que fueron a inaugurar la Feria del Libro, hasta Nacho Cano, el de Mecano, Amaia Salamanca (sí, me crucé con la princesa de verdad y con la de mentira; eso es Miami), algunos poetas españoles o los profesores cubanos a los que impartí un taller; pero también me enfoco a mí misma, en bikini, insisto. Al fin y al cabo, esto de los selfies empezó antes en la literatura que en la fotografía. ¿Cuántos años llevamos con este cuento de la autoficción?

¿En la tradición de qué otras novelas de viajes –o autoficciones- encaja mejor “Buenas noches, Miami”?

No es una crónica ordenada de viaje, sino más bien un conjunto de columnas que acaban formando el dibujo de una ciudad con la excusa del viaje de una mujer, o de una mujer con excusa del viaje a una ciudad, no sé. Y hay mucho humor. Me gustaría creer que comparte el espíritu de las crónicas de Julio Camba o de las Historias de Enric González.

Los escritores no se te van hasta que no has leído todo lo que escribieron

Dígame la verdad: ¿resulta aburrida la etiqueta de “autora de literatura juvenil que se atreve con la literatura para adultos”?

Más que aburrida, resulta un poco ridícula. A mí me mueve a la risa más que al cansancio o al cabreo porque solo puede venir del desconocimiento. Lo que es verdaderamente atrevido es escribir literatura juvenil. Entiendo la literatura como una forma de comunicación y, en ese sentido, es una osadía que un adulto pretenda llegar a los jóvenes porque, ¿qué sabe de ellos? Yo parto de que no somos tan distintos, pero procuro no olvidar que como adulta tengo resabios que mis lectores juveniles quizá no merezcan. En fin, me gustaría ver a un Vila-Matas o a un Javier Marías en un salón de actos de un instituto con cientos de jóvenes. Eso sí es atrevimiento, y a mí me encanta.

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La LIJ está llena de títulos para adultos: Las brujas, La historia interminable, Las Aventuras de Alicia… ¿Qué libros de literatura infantil y juvenil cree que ningún adulto puede dejar de leer?

Los que ha citado (en general, todo Roald Dahl, todo Michael Ende) y especialmente Peter Pan, porque la tragedia de ser adulto solo un adulto la abarca. Y Gloria Fuertes. Hay que leer a Gloria Fuertes y disfrutar también como adultos de toda esa bondad que “nos coló” cuando éramos niños.

 

Me gustaría ver a un Vila-Matas o a un Javier Marías en un salón de actos de un instituto con cientos de jóvenes

La cobertura de Eurostars garantiza que llegará a muchos y muy diferentes lectores, ¿qué espera provocar con “Buenas noches, Miami” en ellos?

La risa para empezar. Si les quito un rato de sueño también estaría muy bien. Si cuando por fin se duermen les hago soñar con palmeras, luces de colores o con un faro acosado por indios seminolas que empieza a arder y tú eres el farero y tienes que elegir entre los disparos o las llamas, mejor que mejor. Y también me gustaría que acabaran tarareando All you need is love o Everybody’s talking, que son dos canciones que tienen cierto peso en el libro.

¿Habrá una continuidad de estas autoficciones?

Me temo que llevo ya un tiempo autoficcionándome en mi blog. Fue allí donde descubrí que un viaje crea un estado mental ideal para contar otras cosas, básicamente porque ves otras cosas, y no la panadería, el Mercadona y el colegio del niño de cada día. Fui un día a Perpignan y me dio para dos entradas del blog. Entonces dije “que alguien me lleve de viaje y le hago un libro a la vuelta”. Los del ministerio me llevaron a Miami a dar charlas a niños y jóvenes que habían leído mis libros, y mira. Lo vuelvo a repetir por si surte efecto de nuevo: “Que alguien me lleve de viaje y le hago un libro a la vuelta”. No hace falta que sea a Miami. Puede ser a Botorrita, o a Nueva Zelanda, o a Alicante. Yo saco historias de debajo de las piedras, o de los peñascos, o de la arena. Y si no, seguiré sacándolas de mi panadería.