Óscar Mora

Todo lo posible, de Carmen Pacheco

Huir de la realidad para entrar en ella   Carmen Pacheco debuta en la narrativa para adultos, y lo hace con un libro con un tono de género negro ligero. La protagonista, Blanca Cruz, ha alcanzado el éxito con una saga de best sellers de forma accidental. En el punto de partida, ella misma confiesa que odia sus libros, una mezcla de la saga Milennium y Crepúsculo, y se encuentra atascada en lo literario y en lo personal. A lo largo de Todo lo posible, Blanca hará avanzar cada capítulo desbloqueando sucesivamente cada misterio o cada problema con la ayuda cada vez de personajes secundarios o de objetos, casi como en una de esos videojuegos de aventura conversacional o click and point como Maniac Mansion o Monkey Island. Los objetos que tienen importancia en la historia, por cierto, se encuentran reflejados en la preciosa portada de la novela. Incapaz de escribir el siguiente libro que ha prometido a sus editores, o de enfrentarse a la infidelidad de su pareja, Blanca descubre por azar la existencia y desaparición de Patricia King, una escritora de novelas de misterio, junto con la correspondencia de la misma. Desentrañar qué le ocurrió a esta autora, con reminiscencias  a Agatha Christie, será la excusa que se pondrá a ella misma para iniciar su particular viaje del héroe, que a su vez le alejará de la excusa que dispara la trama: afrontar su vida y su problemática relación con la realidad.     Todo lo posible es una novela con numerosos golpes de humor, en la que se muestra la parte más banal del ambiente literario La narradora es la propia Blanca, a la que solamente abandonamos para leer la correspondencia recuperada de Patricia King, haciendo que la trama que transcurre en el presente avance, y compensando el pulso narrativo al ofrecer pistas falsas y revelaciones que influyen en el presente. Mientras tanto, Pacheco hace desfilar una galería de secundarios que, en su normalidad o su monstruosidad, ofrecen un contrapunto que hace la lectura más ágil y entretenida. La propia trama parece pedir más presencia de estos secundarios, pero no les da tiempo a aparecer, porque hacia la mitad del libro, la historia tiene un par de puntos de giro que, más o menos, el lector puede esperar. La historia se lanza a una especie de road movie cuyo comienzo son cuarenta y cinco páginas que transcurren dentro de un avión con la sola intervención de dos personajes, más alguna esporádica azafata, y los insertos de las cartas de Patricia King. Los brillantes diálogos y la galería de secundarios son dos de los puntos fuertes de la novela  Como ya hemos señalado al principio, es la primera novela de Pacheco para adultos, ya que tiene varias para público infantil y juvenil. En sus libros para niños y jóvenes, como en toda buena novela sin importar el género o el público, late una inteligencia narrativa y un dominio y adaptación del lenguaje, que en Todo lo posible se despliega en estas citadas cuarenta y cinco páginas, un epítome perfecto de la novela: narrador encerrado (en un espacio o en una situación), sin las armas ni habilidades para librarse de ese encierro. Estas situaciones, que se repiten a lo largo de todo el libro, crean una sensación de urgencia en el lector que también aporta agilidad a la lectura, consiguiendo hacer nacer el deseo de que las situaciones y diálogos se alarguen para saber algo más de qué ocurrió y cómo ocurrió. Los diálogos son, precisamente, uno de los puntos fuertes de la novela, junto con el hilo de pensamiento de Blanca. Mediante ellos podemos entrar por completo en un personaje bien construido, divertido, contradictorio y mordaz, con el que apetece quedar varios meses después del final de la novela para saber qué tal le ha ido, y si realmente ha hecho todo, absolutamente todo lo posible. Carmen Pacheco; Todo lo posible. Editorial Planeta. 302 páginas. 16’90 euros. Reseña publicada en el Diario Información (artículo para suscriptores)

Entrevista a Santiago Posteguillo

Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) acaba de publicar “La sangre de los libros”, una colección de relatos que desvelan el origen de muchos clásicos, anécdotas sobre autores y sus obras y curiosidades literarias. Desde Blasco Ibáñez a Dante, pasando por las muertes de Séneca, Bécquer o Pushkin, Posteguillo se ha convertido en autor de best sellers históricos ambientados en la Antigua Roma.   La literatura más audaz siempre incomoda al poder: ahí tienes a Séneca con sus tres condenas a muerte por tres emperadores distintos.  Si no comienzo preguntándole esto, más de un fan me va a matar: ¿Para cuándo la última novela de la trilogía de Trajano? Adelántenos, si puede, algo de la trama. Trabajo en ella a diario, escribiendo, haciendo esquemas, leyendo documentación, incluso aprovechando los huecos vacacionales para hacer viajes de documentación, pero estos libros de más de 1000 páginas y cien personajes precisan, en mi caso, de dos a dos años y medio. Intento que la novela esté entre otoño de 2015 y primavera de 2016. Lo esencial para mí es que la novela esté como los lectores desean que esté. Y de la trama te puedo anticipar que lógicamente incluirá las intensas campañas de Trajano en Oriente, batallas, traiciones, lealtades, historias de amor y un enfoque muy especial en el que intentaré mostrar no sólo el conflicto bélico entre Roma y Partia, sino también de qué forma esa guerra tenía consecuencias para lugares tan distantes como el norte de la India o hasta la mismísima China.  Ud. Es uno de los autores de novela histórica con mayor reconocimiento y ventas, ¿por qué ha decidido sacar ahora un libro sobre curiosidades literarias? “La sangre de los libros” es una colección de momentos estelares de los grandes clásicos de la literatura universal. Si puedo aprovechar algo de mi, digamos, popularidad entre algunos sectores de público lector para que algunos o muchos de ellos se interesen también por recuperar a Charlotte Brönte, Víctor Hugo, Lope de Vega, Emilio Salgari, Agatha Christie o Isaac Asimov, sería genial. Eso es lo que me mueve a escribir el libro. Quiero compartir cómo fue la génesis de muchos clásicos de la literatura con muchos lectores y lectoras con la ilusión de que “La sangre de los libros” los conduzca a librerías y bibliotecas a buscar a estos autores geniales. Pese a ser profesor de literatura, ha huido del formato del ensayo para contar las historias en formato ficcionado, como pequeños relatos, ¿busca esparcir el “veneno de los libros” de manera más directa, o es porque se siente más cómodo escribiendo de esta manera? Este libro huye del ensayo porque quiere ser leído por lectores desde muy jóvenes hasta de cualquier edad y de cualquier tipo de nivel cultural. Unos, los que más hayan leído, disfrutarán con el misterio, con la intriga de cada relato intentando averiguar de quién les estoy hablando en cada historia, y los que apenas hayan leído escritores clásicos descubrirán que personajes como Emily Dickinson, Séneca, Virgilio o Blasco Ibáñez, por mencionar algunos tenían unas vidas tan apasionantes que, ojalá, eso les mueva a interesarse por sus obras directamente. El formato relato da mucha más intensidad y acerca aún más la historia de la literatura, de los libros.  “La sangre de los libros” se puede leer saltando de una anécdota a otra, no es preciso leerlo de inicio a fin. He de confesarle que el relato de la muerte de Bécquer es uno de mis favoritos: ¿con qué pasaje se divirtió más, cuál recomienda para empezar la lectura? Se puede leer como uno quiera, pero si se lee según el orden que tienen en el libro, los relatos te dan un repaso por la historia de la literatura, desde Cicerón a Asimov, sin casi darte cuenta. Personalmente, el relato de “La rencarnación de Shakespeare” o el de “El asesinato de Agatha Christie” son de los que más me gustan. ¿Qué podemos aprender de estos pasajes históricos literarios, más allá de saciar nuestra curiosidad: hay una salvación, una esperanza para nosotros en la literatura? Podemos aprender que la literatura es vital, apasionada pero cargada de razones y motivaciones de personas por lo general muy inteligentes, intuitivas y sensibles a la par que valientes. Podemos aprender que los clásicos siguen siendo vigentes: tanto lo que escribieron como, en muchos casos, las injusticias que sufrieron. Así, por citar sólo dos ejemplos, el relato de “El viaje interestelar del VIH” y la estupidez de las administraciones sanitarias mal gestionadas y sometidas a políticos del todo incapaces nos muestra que lo que ha pasado con el ébola en Madrid es algo que ya ha pasado en otras ocasiones. O que la literatura más audaz siempre incomoda al poder: ahí tienes a Séneca con sus tres condenas a muerte por tres emperadores distintos. A veces leemos a autores que han tenido ideas cuestionables o directamente repugnantes, pero que nos han dado obras maestras ¿No hay un peligro al mezclar vida y obra? Bueno, generalmente la vida de la mayoría de los autores impregna de una forma u otra la obra que producen, sólo que en unos casos esta relación es más evidente que en otras. Yo he seleccionado autores que en ningún caso tuvieron, a mi entender, ideas repugnantes. Ideas transgresoras sí. El caso de la eutanasia, DH Lawrence y su madre en el relato de “Literatura más allá de la muerte” sería una historia que ilustra lo que acabo de decir: DH Lawrence fue públicamente maltratado por sus ideas. Hoy vemos que lo que pensaba es legal en muchos sitios, mientras que otros hay un gran debate abierto. Los escritores tienen la clarividencia de ser seres siempre adelantados a su tiempo, pero, lamentablemente, muchas veces sufren enormemente por ello, por ser tan visionarios.  Volviendo a su faceta de autor de novela histórica, ¿por qué escogió Roma, dónde está el resorte que le llevó a fijarse en el Imperio Romano? Siempre me interesó la historia de un imperio que se extendía desde la lejana Caledonia … Leer más