Producir un texto requiere una habilidad, y corregirlo otra diferente. Un corrector tiene que analizar el documento sobre el que trabaja desde diferentes puntos de vista: la ortografía, los errores de redacción, la sintaxis, la gramática…
Debe realizar los mínimos cambios posibles para conseguir su objetivo: un texto comprensible para el lector, adecuado a lo que se quiere transmitir y ajustado a las normas de estilo propias del emisor. La palabra tigre no va con mayúscula inicial, pero si tienes una empresa de aparatos para ahuyentar tigres, puede que quieras escribirla con mayúscula* en tu texto para Google Ads
Hay muchos tipos de corrección que se pueden aplicar a un texto, pero se pueden resumir en dos:
Corrección ortotipográfica: faltas de ortografía, errores de digitación, dobles espacios…
Corrección de estilo: gramática, correlación de tiempos verbales, defectos de redacción, repeticiones, riqueza y adecuación del lenguaje…
Lo correcto es revisar el estilo y después la ortotipografía, y tener claro que un corrector no es un editor, sino la penúltima pieza necesaria para que el texto llegue correctamente a los lectores. Para obtener un presupuesto, es necesario ver una muestra para saber qué grado de corrección es necesaria. Yo he corregido obras de ficción, pero empecé en esta profesión revisando textos académicos, y las últimas cosas que he hecho están en el ámbito del marketing y la publicidad. ¿Quieres que revise tu texto? Hablemos.
* Pero yo te recomendaré que no lo hagas.